domingo, 24 de octubre de 2010

Jacinta en la ciudad


Jacinta era periodista por vocación, le chiflaban las mazorcas. Un día, mientras caminaba por la húmeda calle de su nana, encontró un folleto en el suelo, algo mojado, con tintes religiosos y un poco de mercromina. Esbozaba lo siguiente:

“Dios te ama, ¡junta con él tu vientre y haz amigos íntimos! Conózcanos en nuestro claustro, junto a supermercados Dani o llámenos al teléfono que le salga de la punta de la polla”

Jacinta, chica de bien, que se dejaba embaucar por los cantos de sirena de una foca, estrechó el húmedo papel por sus senos, mientras exhalaba un tímido suspiro de amor. Un hombre con dos cabezas la miró extrañado y prosiguió con su marcha. A la chica no le cupo el menor tipo de duda, debía visitar ese lugar, tenía claro que era su sino, fregaba con la escoba. Siguió unas flechas pintadas en el suelo por inspiración divina a la vez que se cortaba las uñas de los dedos de tocar la guitarra. Llegó a un semáforo que olía a heces, así que se tapó la nariz mientras engullía una de sus recién cortadas y suculentas uñas. Al otro lado de la acera, aguardando a que el semáforo se pusiera verde, volvió a encontrarse al hombre de las dos cabezas. Estaba follándose al periódico en su sección de deportes. Ella acudió a socorrerlo con la torpeza de ser atropellada por un camión transportado por un paso de cebra. Los hombres se revolotearon a su alrededor mientras llegaba la ambulancia. Muchos se entretenían con sus bolsas de pipas, otros con sus bolsas de valores, los más tímidos con sus bolsas de judíos. No tardo en demasía en aparecer el cochero de la ambulancia. Se abrió paso entre la multitud soltando un fuelle de su contorneado culo y se acercó a la agonizante Jacinta. Sacó de su maletín una mazorca y se la metió en la boca. Jacinta volvía a sonreír, estaba del todo curada como cuando cenaba en casa con su almohada. Era el segundo milagro que le ocurría ese día, ahora sí que podía afirmar que Dios existía del todo convencida. Segundos después un león que había escapado del zoo la mató.