
Acababan de sonar las campanas de la Iglesia, las ocho de la mañana. Con un pañuelo colocado en la mesita, se enjugó el sudor que bañaba su frente. Llamaron a la puerta.
-Adelante-dijo mientras se alisaba el cabello-Que no te dé miedo, soy un bohemio.
-Disculpe señor, aquí tiene el periódico. ¿Ha oído las noticias? Por fin los hombres podremos abortar, después de arduos años de lucha. Bueno, le dejo, tengo que matar al conejo.
-Venga burro, ¡no olvides bautizarte!, y vaya usted con Dios.
Acto después, una paloma se posa junto a la ventana, y se oye un disparo.
-La guerra de los sexos no tiene tregua, parece ser que esta vez Esperanza va en serio, mal dolor le den…Y esta puta paloma no deja de cagarme y ponérmelo todo perdido. Voy a tener que llamar a un taxi. Además, aquí huele una peste a choto que acojona, y no es que no me haya parado a pensarlo…
Junto a la cama, es una mesa amplía, había varias chuletas de cordero aún sin duchar. Falacias, que así era como se llamaba el protagonista, cogió un par de ellas, y las envolvió con papel del periódico. Para después arrojarlas con violencia contra la ventana donde segundos antes se había posado la paloma.
-Esto es lo que a mí me importa el mundo, una mierda. No estoy hecho para él. Prefiero comer choto o untar pan. Bien me vendrían un par de putas esta noche… A ver si consigo dinero, todo se reduce a eso.
Se arropó y se volvió a acostar sobre la mesa del choto.
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